Cuando se trata de la realeza británica, muchos imaginan cenas fastuosas, vajilla de oro y postres exquisitos preparados por chefs con estrellas Michelin. Pero el rey Carlos III — conocido por su estilo sobrio y su pasión por lo ecológico — ha roto ese estereotipo con una elección de lo más inesperada: su snack favorito es… un huevo hervido.

El huevo perfecto: ni blando ni duro
Según antiguos chefs reales y miembros del personal de Clarence House, el rey Carlos ha desarrollado una especie de ritual alrededor del huevo hervido. Durante años, ha solicitado que se le sirvan hasta siete huevos hervidos con distintos tiempos de cocción para poder elegir el que tenga la textura ideal, ni demasiado líquida ni completamente sólida. Esto ha generado una mezcla de admiración y anécdotas divertidas en la prensa británica.

Aunque algunos lo interpretan como una excentricidad, lo cierto es que Carlos es conocido por ser extremadamente detallista y exigente, tanto en su vida personal como en sus funciones oficiales. Para él, incluso un simple snack debe estar perfectamente ejecutado.
Una dieta basada en la sostenibilidad
El rey Carlos III ha sido pionero en temas de ecología y alimentación sostenible desde mucho antes de que se volvieran tendencia. Ya en los años 80, hablaba abiertamente sobre los riesgos de los pesticidas y la importancia de la agricultura orgánica. Su residencia rural, Highgrove House, cultiva gran parte de los vegetales y productos que consume.

En ese sentido, su elección del huevo hervido no es solo una preferencia de sabor, sino también una extensión de su filosofía de vida: comer de forma sencilla, saludable, y con conciencia ambiental. De hecho, se sabe que Carlos sigue una dieta mayormente vegetal, incluso evitando la carne durante varios días a la semana.
Más que un antojo: una costumbre real
Además del famoso huevo hervido, Carlos también disfruta de snacks como frutas frescas, nueces, y ocasionalmente galletas integrales. Le gusta acompañar estos momentos con una taza de té Darjeeling o Earl Grey, preparados a una temperatura específica y con miel orgánica.

Este enfoque meticuloso y casi ritualístico con respecto a su alimentación ha sido motivo de fascinación para muchos. No es tanto una cuestión de lujo, sino de rutina, salud y control en un mundo donde pocas cosas están realmente en manos del monarca.
Una lección inesperada

La revelación sobre su snack favorito ha causado revuelo no por ser extravagante, sino precisamente por lo contrario. Nos recuerda que detrás de la corona, los títulos y las responsabilidades, hay una persona con gustos simples y hábitos muy humanos.
En una era de exceso, el rey Carlos III elige la sencillez. Y quizás ese sea su mensaje más real.